24 junio 2011

Que los amigos verdaderos se pueden contar con los dedos de una mano.



Con el paso del tiempo, te vas dando cuenta de qué amistades son de verdad, de cuáles ha valido la pena perderlas, y de cuáles ha valido la pena mantenerlas. Cada vez que alguien te hace caer, te vas dando cuenta de que no es nada fácil encontrar alguien que te regale tus sonrisas, que no te las de prestadas y después te las haga devolver en lágrimas. También te vas dando cuenta, de que la confianza da asco, de que, antes de hablar tendrías que ponerte una contraseña dependiendo de con quien estés hablando, de que, no todos tus secretos van a ser guardados. Y quizás te des también cuenta de quien vale realmente la pena, de quien tiene defectos asequibles i virtudes a puñales. Pero sobre todo, te vas a dar cuenta de que la amistad es una farsa, su envoltorio puede ser el más precioso, pero por dentro, su contenido suele estar ya caducado.

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